miércoles, 31 de enero de 2018

R.UNIDO CONTAMINACIÓN Londres alcanza el nivel máximo de contaminación de 2018 antes de terminar enero

Londres alcanza el nivel máximo de contaminación de 2018 antes de terminar enero

Los niveles de contaminación de la capital británica alcanzaron su límite legal para 2018 a un día de terminar el primer mes del año, creando alarma entre grupos de defensa del medioambiente y los ciudadanos.
El dato se aproxima al registrado en 2017, cuando se llegó a los límites legales de polución antes de que terminara la primera semana del año, concretamente el día 6 de enero.
Grupos de activistas defensores del medioambiente recalcaron que, aunque las políticas propuestas por el Ayuntamiento de Londres durante el último año pueden explicar la mejora relativa, es probable que, en cambio, se deban a las condiciones meteorológicas, que podrían haber dispersado las partículas en el aire.
Estas mismas organizaciones apuntaron que la gravedad de la situación requiere intervención estatal y urgieron al Gobierno del Reino Unido a tomar medidas para contrarrestar el problema, entre las que destacaron la creación de zonas “de aire limpio” en las regiones de mayor concentración de polución.

“Fracaso abyecto del Gobierno”

Asimismo, un portavoz de Greenpeace declaró a los medios británicos que esta situación es parte del “espectáculo anual que evidencia el fracaso abyecto del Gobierno a la hora de controlar la contaminación del aire de nuestras ciudades”.
Según estimaciones del Ejecutivo, Reino Unido no podrá cumplir con los límites legales de contaminación por dióxido de nitrógeno hasta 2026, una información que, a su vez, fue constatada por Karmenu Vella, comisario europeo a cargo de la comisión de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca.
La contaminación del aire está asociada a la muerte temprana de unas 40.000 personas al año en el Reino Unido, así como al incremento de dolencias que afectan a los sistemas cardiovascular y respiratorio, como el asma. 
Fuente: Efeverde

lunes, 22 de enero de 2018

Se acaba la fiesta de los envases de un solo uso

Para 2030, es decir, dentro de doce años, todo el plástico que se produzca y se utilice en Europa tendrá que ser diseñado de manera que pueda reciclarse o reutilizase.

Cientos de botellas de plástico acumuladas en la desembocadura del Segura


Cuando el plástico llegó a los hogares fue una revolución. La vida cotidiana se hizo mucho más fácil, más práctica y más limpia. Ese material ligero, pero resistente, que podía adoptar la forma de cualquier recipiente, servía para todo. Con los años, fue ocupando cada vez más espacio y acabó invadiendo las estanterías de los supermercados. Ahora está tan presente en nuestra vida que constantemente vamos dejando a nuestro paso envases y envoltorios de plástico: botellitas de agua, bandejas de comida, vasos de café con sus tapas, cucharas, cuchillos, pajaritas, bastoncitos de algodón, envoltorios de caramelos, de chicles, bolsas de patatas fritas... ¡Hasta en la ducha dejamos ir plástico si usamos un gel exfoliante!
Poco podíamos imaginar que ese producto tan versátil y barato acabaría siendo un problema tan grave. La mayor parte del plástico que utilizamos ahora son envases de un solo uso, de modo que, si no ponemos coto, acabaremos asfixiados por nuestros propios residuos. Solo en España tiramos 3.500 millones de botellas de plástico al año.
Pero la fiesta se acaba. Para 2030, es decir, dentro de 12 años, todo el plástico que se produzca y se utilice en Europa tendrá que ser diseñado de manera que pueda reciclarse o reutilizase. Las autoridades comunitarias están relativamente satisfechas del resultado de la directiva sobre bolsas de plástico y ahora quieren aplicar nuevas y ambiciosas medidas para controlar los envases en una estrategia que será sometida a consulta pública a lo largo de este año.
La UE quiere aprovechar la nueva normativa para sentar las bases de una nueva economía circular. Quiere hacer de la necesidad virtud, que es la mejor manera de ser virtuoso, sobre todo si el deseo va acompañado de reglas precisas de obligado cumplimiento. El cambio exigirá un gran esfuerzo por parte de los fabricantes y las marcas, pero también por parte de los consumidores. Los europeos generamos cada año 25 millones de toneladas de residuos de plástico, pero apenas se recicla un 30%. El resto del que se recoge va a parar a incineradoras o vertederos. Pero también hay una parte del que no se recicla que va a parar a nuestros pulmones y nuestro tubo digestivo en forma de partículas de menos de 5 milímetros que se dispersan en el ambiente por la lenta degradación de los envases.
Especialmente oneroso para el medio ambiente son los envases de un solo uso, que han multiplicado en poco tiempo el volumen total de residuos. Al esfuerzo de recogerlos hay que añadir el coste de la incineración. He aquí una comparación que permite calibrar la magnitud del problema: dejar de reciclar un millón de toneladas de plástico equivale, en ahorro de combustible y contaminación, a sacar de la circulación un millón de coches. Va a costar renunciar a la comodidad que representan los envases de plástico, especialmente los de un solo uso. Pero cuanto antes lo hagamos, mejor.
Fuente: El País ( 22/1/2018)

lunes, 15 de enero de 2018

El lado oscuro de las rebajas: los chollos que te compras se cargan el planeta

La fabricación de la ropa tiene costes excesivos para el medio ambiente, muchas veces desconocidos para el gran público. 


Si algo asociamos con el mes de enero, además de los Reyes Magos y la dichosa cuesta que tanto araña el bolsillo, son las rebajas y su poder para incentivar las compras. A los consumidores sedientos de gangas ni siquiera les hace falta ya salir de casa para buscar los mejores chollos: gracias a las plataformas de comercio electrónico con las que ya cuentan la mayoría de tiendas físicas es posible acceder desde casi cualquier tipo de dispositivo tecnológico a productos como libros, música o películas.
Pero la verdadera estrella de la época es la ropa. Son muchos los que aprovechan la bajada de precios invernal para cambiar el armario o llenarlo un poco más. Porque, ¿quién va a ponerse los mismos modelitos durante años y años cuando puede renovar su vestuario por cuatro duros?
Desgraciadamente, algunas de estas prendas que tan baratas salen —aunque las caras tampoco se libran—, vienen acompañadas de un precio ambientaldel que no solemos ser tan conscientes, quizá porque no lo percibimos en la cartera.
La contaminación provocada por el cultivo de materias primas, el ingente consumo de agua, los inabarcables residuos textiles y los compuestos tóxicos de muchas fibras y adornos son solo algunas de las consecuencias negativas de la industria textil y su ritmo cada vez más acelerado.
Fuente: El Español ( 14/1/2018).